Se supone que todavía es pronto.
Tengo 18 años, pero los amigos no sólo los cuento con una mano, sino que también se que van a desaparecer.
Supuestamente es más tarde, en la edad adulta, cuando te das cuenta de que cada uno sólo vive por su propio bien, y que la amistad sólo es amistad cuando no hay nada en juego, cuando una persona no pierde nada al escuchar, apoyar, a la otra. Sin embargo, mientras iba pasando el tiempo, más de una amiga me ha dicho "¡seremos amigas por siempre!" "¡Nunca nos separaremos, aunque estemos en continentes separados, seguiremos manteniendo el contacto!" Y yo, escéptica como soy, casi nunca respondía ante esas frases.
¿Qué es un para siempre? ¿Una forma de crear ilusión y felicidad? ¿Es consciente o inconsciente? Cuando se sabe que no va a ser así, ¿se puede considerar un engaño?
Veréis bloggeros, quizás influida por los comentarios siempre presentes de los adultos, o por un par de mudanzas vividas a través de España; yo nunca creí en ese para siempre, no a esta edad.
Y sin embargo, se supone que a mi edad todavía se deben contar con numerosos amigos dispuestos a ayudarte, pensando que son como tus hermanos.... Yo, las veces que he sentido una mayor afinidad, destacable y muy superior a otras amistades, podría decir que han sido dos, y ambas se han perdido sin que realmente les importase... Es por ésto que hoy, cuando todavía me dicen "siempre", callo y reconozco internamente que las probabilidades son realmente bajas.
Tampoco me preocupa ni me hace sentir mal el saber que en un futuro ya ninguno de mis actuales amigos me acompañará... Sin embargo, sí me duele cuando una persona importante en mi vida desaparece, sin importarle, rompiéndose el "inquebrantable" hilo de confianza que nos unía y sin volver a saber todos los aspectos de su vida.
Así seguirá pasando, y encontraré a nuevas personas que me acompañarán durante una parte de mi trayecto y luego se irán, dejando recuerdos acompañados de nostalgia en mi memoria.
Y a pesar de que lo sé, sigo aferrándome a cada persona que me parece especial. Aunque me cree 100 problemas, si los 10 momentos buenos son insuperables; como una masoquista me aferro al hierro candente, tratando de no dejarlo escapar.
Así es la vida, y cada pequeña decisión nos perseguirá el resto de nuestra vida en forma de recuerdos... De momento, prosigo mi camino tratando de aprender a soltar los hierros candentes más insufribles y a no perseguir continuamente el pasado. Lo que tenga que ir se irá, y lo nuevo ocupará un nuevo espacio... temporalmente.